Me declaro fan de las farmacias que creen que tienen una
nueva oportunidad cada día. Oportunidad diaria de demostrarse a ellas/ellos
mismos de que tienen una oportunidad de solucionar un problema a un paciente, y
de poder hacerlo de una manera sencilla.
Creo que la farmacia tiene la oportunidad de escuchar los
problemas, que a diario recibimos de nuestros queridos pacientes, con mayor
grado de detalle que nuestros colegas médicos, sea por nuestra cercanía, por
nuestro afán por estar siempre atentos o por estar siempre obligados a
renovarnos en cuanto a producto, patología, farmacología y ahora cada vez más,
productos de autocuidado preventivos de patología.
Creo que la ESCUCHA es lo más importante. Pondremos el
apellido que tantas veces habremos “escuchado”: ESCUCHA ACTIVA. Muchas veces la
realizamos únicamente para responder, y es aquí donde cometemos el primer
fallo. La escucha tiene que implicar el adquirir un conocimiento a mayores (sea
nuevo o ya exista previamente) que modele algo que existía antes.
La empatía es otro rasgo de una verdadera ESCUCHA ACTIVA.
Atender a un paciente que tiene sus problemas, cuestiones, vicisitudes o
inquietudes y acude a nosotros con la esperanza de que podamos ayudarle.
Primeramente, sentir el honor de que confíen en nosotros un problema y que
confíen en que nosotros podamos solucionarlo. Las prisas del día a día impiden
realizar una escucha detenida, pero para un buen consejo farmacéutico,
orientado a una solución real y que sea objetivo, detenido, y conciso hacia el
verdadero problema necesitamos asegurarnos de que el paciente nos ha dicho todo
lo que le sucede, y que nosotros sabemos todo lo que necesitamos saber. Esa
simbiosis dará lugar a una nueva oportunidad: Que el paciente salga de la
puerta satisfecho, y tendremos una nueva oportunidad cuando tenga que confiar
en su farmacéutico.